Las smart cities ganan terreno en el desarrollo urbano. Se buscan conjugar la tecnología para lograr infraestructuras eficientes. Las claves: cuidar el medioambiente y mejorar la calidad de vida.
Actualmente la mitad de la población mundial vive en centros urbanos, razón por la cual numerosos gobiernos de países tanto desarrollados como en vías de desarrollado impulsan proyectos para promover este tipo de ciudad.
En un breve ranking a nivel mundial Tokio es una de las más desarrolladas con una buena combinación de capital humano con gestión pública. Le siguen Londres, Nueva York, Zurich y París. Sin embargo, según los especialistas no existe ciudad modelo, todas tienen desarrollados varios niveles pero resta avanzar en otros.
Se busca fomentar este tipo de organización urbana para evitar futuros problemas. Según la OCDE, para 2050 si no se toman medidas drásticas el crecimiento económico y demográfico tendrá un impacto medioambiental y social sin precedentes. Teniendo en cuenta que la mayoría de la población se concentrará en las grandes ciudades, se hace indispensable superar el desafío de los más de 2.000 millones de habitantes adicionales para mitad de siglo. En cuanto al posicionamiento de Argentina con respecto a las smart cities, para Tamborenea “los límites no son estáticos: una ciudad inteligente es un concepto dinámico, donde no existirá un final, ya que la evolución es permanente y eso es precisamente la inteligencia: una constante superación de sí mismo”. Al tiempo que reconoce que hay ciudades que tomaron la posta y que tienen los recursos para generar trasformaciones a mayor velocidad. En cuanto a la Ciudad de Buenos Aires el especialista reconoce que tiene un mayor presupuesto que otras del país y que ha llevado adelante cambios que la hacen smart. La Ciudad tiene un 100% de luminarias con telegestión y “está sentando las bases para que toda la Argentina vaya por ese camino, ya que las luminarias que se han reemplazado a led se encuentran aptas para utilizar la tecnología de telegestión”, aseguró por su parte Pablo Servent, CEO de Smarmation.
El presupuesto es fundamental ya que se requiere una gran inversión. “Transformar una ciudad en smart city es costoso, aunque este costo es relativo, ya que es desarrolladora de negocios en sí misma y tiene mucho repago por eficiencias que se pueden lograr”, cierra Tamborenea quien participará en septiembre del BIEL Light + Building Buenos Aires. Pero la iluminación es solo un pequeño eslabón de una ciudad inteligente “existen múltiples factores que convierten a una ciudad en smart city”, destaca Guillermo Freund, presidente de la comisión de Electrónica de CADIEEL. Según el especialista este tipo de ciudades abarca también, el área de transporte: paradas de ómnibus inteligentes que interactúan con las unidades; sistemas de movilidad sustentable como las bicicletas y los monopatines; el control inteligente del tráfico de vehículos, para optimizar el flujo y reducir embotellamientos; y sistemas de parking inteligente, que reduzcan el tiempo de búsqueda de espacios. En cuanto al mantenimiento general de las ciudades, se pueden aplicar redes inteligentes de consumo de agua, gas y electricidad; así como sistemas de optimización en la recolección de basura; y la detección temprana de inundaciones sobre el sistema de desagüe, que también puede servir para zonas agropecuarias. En definitiva se buscan crear espacios inteligentes para mejorar la calidad de vida de las personas, brindar a los residentes de una ciudad la percepción real del lugar, alertar sobre riesgos y amenazas, y generar análisis predictivos.
Por Diego González
Fuente: Ambito
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