José Tamborenea analiza la caída de la industria en la provincia y el país
El representante de electrónicas, electromecánicas y luminotécnicas describe las dificultades generadas por el RIGI. La puja por una ley de pymes industriales.
José Tamborenea es presidente de la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (CADIEEL), una sociedad civil sin fines de lucro que representa, a nivel nacional, a un total de 2.200 industrias de diferentes rubros. La Cámara es la cara visible de más de 60.200 trabajadores de alta calificación técnico-profesional, situados en más de 400 empresas en los cuatro sectores que enmarca, que son los de Baja Tensión, Electrónica, Energía, Iluminación.
Tamborenea nació en el municipio bonaerense de Hipólito Yrigoyen, es licenciado en administración, tiene una maestría en negocios y es socio principal de Tri-Vial Tech S.A. Además, es vicepresidente tercero de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (Adimra), donde también preside la comisión Buenos Aires.
En diálogo con Buenos Aires/12, Tamborenea reflexiona acerca de la coyuntura nacional y las dificultades de los sectores que representa, que se vieron potenciadas luego de la sanción de la Ley Bases y del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI).
–¿Cómo está la actualidad de las industrias bonaerenses que integran la Cadieel?
–Lo que va del año ha sido durísimo a nivel nacional en general, y para Buenos Aires en particular. Eso está claro. La caía de la actividad es muy grande, y nosotros tenemos una cámara que está muy relacionada a la obra pública. Si nos guiamos por Adimra, de metalmecánica tenemos 25 mil empresas y 300 mil puestos de trabajo nivel nacional, y el 40 por ciento de ello es representado por la provincia de Buenos Aires. Para nosotros es crítico el contexto actual por todo lo que se da.
–¿Hay algún ejemplo actual donde se plasme esa preocupación?
–Lo que pase con la planta de gas natural licuado es un buen ejemplo, porque no es lo mismo que se dé para el puerto de Bahía Blanca o que se de para un puerto del sur. Bahía Blanca tiene un montón de estructura para resolver necesidades, por el sólo hecho de los entramados industriales que tiene y que nos tocan de cerca, además del lugar donde está ubicada y de su infraestructura. Pueden armar una nueva y llevarla al sur, pero empezarían de cero. Petronas y su gas natural licuado están metidos acá hace rato. Fui al puerto de Bahía Blanca hace algunos días, justo que está en discusión sobre qué va a pasar, porque las inversiones ya venían y de cualquier manera se iban a dar a pesar del contexto. El tema es que esto ya es más político y no sé hasta donde molesta que el gobernador Axel Kicillof sea opositor.
–¿Por qué se darían igual si el contexto es crítico?
–Porque es obvio que el tipo que invierte en el gas natural licuado avanzará si le ponen el RIGI, porque le otorgan un montón de beneficios que antes no tenían. Nosotros no estamos en contra de un régimen de incentivos, lo que pasa es que eso tiene que ser con la industria nacional adentro. Tiene que ser con un desarrollo de cadenas de valor argentinas, con transferencias tecnológicas, porque eso derrama en mano de obra, en aportes patronales, en utilidades liquidadas en el país, amplia la curva de conocimiento local, derrama en más trabajo y es desde donde se recauda. Pero no estamos a favor de un RIGI como estaba concebido ni como se ha votado, porque no es lo ideal.
–¿Qué análisis hace sobre el RIGI sancionado?
–Hay cosas del RIGI que se cambiaron, aunque no todas las deseadas. Pero por lo menos no quedó para todo el mercado, sino para ciertos segmentos como petróleo, minería, forestoindustria, y agregaron siderurgia, que antes no la había visto, pero bueno, está claro que ahí hay algo, porque leemos los diarios y ya vimos que hay funcionarios de la siderurgia en el Gobierno. En el RIGI incluyeron también tecnología, que es preocupante, porque el RIGI tiene términos que son muy amplios, pero hasta que no llega la reglamentación, no sabemos que entra y qué sale.
–Fue parte del debate con los senadores.
–Sí, y otra de las cosas que discutimos, que se integró pero que es insuficiente, es el tema del 20 por ciento de integración de desarrollo de proveedores. Porque no está descripto como tal, como cadenas de valores, entonces habla de un 20 por ciento en la fase de proyecto de integración local. Pero si pones la mano de obra ya superaste ese 20 por ciento, porque si se trata de obras grandes, eso debería estar reglamentado en bienes de capital, y no en obra. No en la construcción de una fábrica o de un tinglado, porque sino el impacto pasa a ser cero. Esas cosas sí o sí se hacen acá, no va a venir nadie de afuera a montarte la fábrica. Es más difícil. Faltan un montón de definiciones para que se plasme la intención de que exista una cadena de valores desarrollada de la industria nacional y que se vea reflejada como tal. Eso es lo que notamos dentro de los cambios, donde también logramos que haya una mayor liquidación de divisas en los primeros tres años. Sin embargo, a partir del cuarto año, las empresas pueden liquidar todas las utilidades afuera. Lo más lamentable es que la Ley quedó por 30 años. Hubiéramos preferido que sean quince como mucho.
–Antes de la sanción, desde la cámara se sostuvo que el RIGI era asimétrico para la industria nacional. ¿Eso cambió con las modificaciones?
–No, las asimetrías siguen estando. Esos 30 puntos de diferencia entre el importador y el fabricante de un bien de capital sigue existiendo. A igualdad de condiciones, calidad y demás, puede ser surtido por la oferta nacional, pero cuando lo querés aplicar estamos en desigualdad de condiciones por lo que se paga acá la chapa, el aluminio, los productos, los polímeros, etcétera. Y ahí se genera una diferencia de precios, que se incrementa aún más a nivel impositivo, que son asimetrías que no se resolvieron. Te dicen que se va a poder registrar como proveedor y no pagar esos impuestos, pero recién en la reglamentación podremos ver cómo se hace, porque para eso debe crearse algo que se pueda controlar, que se pueda ver.
–¿Por qué?
–Porque si yo traigo un producto y destino el 80 por ciento para proveer al mercado local y el 20 por ciento para alguien del RIGI, entonces debo hacer despachos específicos. Una parte para el RIGI, otra no te la tienen que cobrar, después está el impuesto estadístico, el impuesto país, el arancel de importación, las retenciones para ganancia, los impuestos débitos y créditos, y un montón de cosas que están eximidas para el que trae el producto bien de capital siendo un vehículo de proyecto único, los VPU, que son los nominados para el RIGI. Pero si lo traes debes hacer todo por separado, porque no se pueden mezclar, y sino te hacen auditoría, y todo termina en que el perjudicado es el productor local, porque es mucho más fácil agarrar, traer el producto y ya está. Sino el local tiene que estar haciendo el despacho por separado, que cuesta más dinero, y tenés que llevar otro sistema de control para alguien que te denominó como proveedor RIGI. Es todo muy engorroso y no te dan beneficios. Los beneficios los tienen para el VPU, todo lo demás son limitaciones y perjuicios. El vehículo se beneficia, que es el que va a producir y a exportar materia prima, litio, petróleo, hidrógeno, y muchas de esas inversiones.
–¿Cómo se ven las dificultades en cada uno de los sectores enmarcados en la Cadieel?
–El sector de la baja tensión está relacionado a todo lo que tiene que ver con construcción, y por eso se siente tanto el impacto. Ese sector va desde las llaves de la luz, los conectores, cables, térmicas, disyuntores, zócalos, y todo lo que hace a la instalación de un hogar, un comercio o una industria. En lo que respecta al sector de la electrónica, está todo muy pero muy complicado, porque se cayó el consumo masivo de electrodomésticos, que son placas electrónicas, asistencia de líneas blancas y computadoras. En las empresas, por ejemplo, quedó stock para un año. Por otro lado está el sector de la iluminación, que también está muy asociada a la obra pública, el alumbrado y todas esas cosas que están paradísimas. Después está el sector de la energía, que es el que está un poco más activo. Pero en líneas generales está muy complicado todo, porque el ritmo se cayó por encima de la media en la metalmecánica, que es lo que nos engloba y por lo que pertenecemos Adimra.
–¿Imaginaban esta situación hace seis meses?
–Imaginábamos cambios pero no de esta magnitud, porque aparte esperábamos que la evaluación trajera un sinceramiento de precios. Cuando el Gobierno nacional devalúa, supuestamente trata de buscar la corrección de los precios relativos, para que la economía se estabilice y encuentren su espacio. A mitad del año pasado los precios relativos estaban desequilibrados, si comparabas un litro de nafta, un kilo de carne, o un litro de leche, no había relación y muchísimas cosas estaban desarticuladas. Cuando devalúan sinceran un tipo de cambio, y con eso se acomodan otra serie de variables, pero lo que pasa ahora es que esos precios relativos siguen distorsionados.
–¿Y eso cómo se traduce en los sectores que nuclea la cámara?
–Se nota porque, con tal de vender, estamos viendo licitaciones donde hay gente que vende por debajo del costo porque no tiene venta. Entonces al no tener venta, no tiene caja. Y están desesperados liquidando lo que tienen, para pagar alquileres, salarios y servicios. Nos encontramos con dispersiones de más del 100 por ciento en valores de un equipo. Están los que ya cubrieron su punto de equilibrio, o los que no tienen que pagar alquileres y tenían caja, y como no pudieron comprar dólares y compraron stock, como otros que compraron aluminios, leds, placas, hoy están completamente desesperados porque lo tienen que liquidar. Ese precio relativo, a la baja, también está distorsionado, es un precio excesivamente bajo y está desarticulado.
–¿Imaginan herramientas que permitan sortear estas dificultades?
–Con Adimra nos estamos poniendo a trabajar durísimo para empezar a formular una ley de Pymes industriales. Si vos le vas a dar un régimen de incentivos y con tantos beneficios a alguien que viene de afuera, nosotros decimos que debe haber una ley de pymes industriales que sea lo suficientemente amplia como el RIGI, pero que esté diferenciada de alguien que compra y vende, porque una pyme industrial representa mucho capital de trabajo, y no compra productos y estanterías. Compra máquinas, sistemas de administración, incrementa procesos, investigaciones y desarrollo, tiene sueldos altos, realiza aportes, y sortea altas barreras de ingresos y salidas al mercado, además de que ocupa muchísimos más metros cuadrados e infraestructura productiva.
–¿Esperan ser escuchados?
–El proyecto ya se elevó a las autoridades, pero todavía no sabemos a qué llegó. Se apresuran para meter cosas y volvemos a lo que ya reclamé en Senadores, que es por qué nos llaman siempre después. Si vas a armar una ley de salud llamás médicos, si es de educación llamás maestros, si es de tecnología llamás investigadores, pero resulta que arman una ley de productores industriales y la desarrollan economistas que viven atrás de un escritorio o las consultoras internacionales. Nos tienen que preguntar a nosotros, porque nosotros sabemos qué nos duele, cuáles son los problemas con los que convivimos día a día, cómo impactan todos los impuestos, las regulaciones y las tazas que tenemos, entonces nosotros no podemos permitir que otros supongan cosas y terminen creando leyes de ‘creo que’. Tiene que estar creado por el que la padece todos los días, y nosotros queremos entrar en ese nuevo juego. Si le vas a dar a alguien todos los beneficios, que son excesivos desde nuestro punto de vista, entonces nos los tienen que dar a los que estamos adentro, a los que producimos. En Argentina tenemos la taza más alta de mortalidad pyme de América Latina, y la más baja de natalidad, a pesar de tener la mayor cantidad de unicornios, que son las empresas emergentes que están altamente valuadas.
–¿Qué cantidad de despidos hubo en los sectores de baja tensión, electrónica, energía e iluminación?
–Hubo despidos, pero son menores si se los compara con la caída de la actividad. Nuestro promedio era al rededor del 22 por ciento en Adimra, pero en nuestra cámara debemos estar cerca del 28 por ciento, y los despidos estaban en el 2,5 por ciento. Sin embargo, si esto continúa dos meses más así, a julio llegaremos muy complicados. Nosotros somos sectores que retenemos el empleado porque nos cuesta mucho formarlo. Personalmente tengo centros de mecanizado, robóticas, 3D, e impresoras de estaño, y si despedís a los profesionales, no es que salís al mercado y lo conseguís. Venimos aguantando mucho al operario general porque está capacitado, y porque si después entra mucho trabajo de golpe no tenés capacidad de respuesta. Los defendemos pero tenemos un limite, porque estamos ajustando comunicaciones, temas comerciales, bajamos viajes, nos ajustamos nosotros y tratamos de no ajustar en la gente, pero lamentablemente llega un momento que te toca ajustar en la gente. Se va a complicar porque el mercado interno se cayó mucho y no hay signos de recuperación, la obra pública sigue parada y faltan aumentos de tarifas, transporte, combustibles y demás. Y encima no sabemos si la clase media alta estará alcanzada por el impuesto a las ganancias, cosa que también atenta contra el poder adquisitivo del mercado interno.
–¿Qué relación mantienen con el Gobierno bonaerense?
–Tenemos relación con los funcionarios del sector. Ellos están tratando de hacer pie y generar movimientos, nos convocan para conocer nuestras necesidades, exponemos los temas de competitividad, financiamiento y temas tecnológicos. Con esa información buscan de ver por dónde trabajar. Hay cosas que faltan pero no quiere decir que no vayan a estar, porque existen acuerdos con el Banco Interamericano para el Desarrollo. El Gobierno se ocupa de la macroeconomía de la Provincia, equilibra cuentas y tiene logros interesantes, pero en la microeconomía y en el día a día es muy difícil lo que pasamos nosotros, porque es una situación completamente dramática para las empresas pymes. Personalmente lo vivo en Tri-Vial Tech, una empresa que es una fábrica de iluminarias de led, de medidores de caudal inteligentes y parte de medidores de energía inteligentes. La fábrica está detrás del INTI, en San Martín, y proviene de un Proyecto que apadrinamos la escuela técnica N1 de San Martín, donde 20 chicos hacen la práctica profesional por año. Somos producto de un plan de negocios, ninguno de los socios tuvimos padres con dinero, armamos un plan de negocios, hicimos innovaciones en la luminaria y con eso nos introdujimos al mercado, pero nunca vivimos contextos tan graves como este.
–¿Visualiza una salida?
–Es difícil comparar esto con otros momentos del pasado porque ahora estamos en el medio de la tormenta. Todavía no salimos de esto, y creo que ni siquiera tocamos el piso, seguimos cayendo y seguimos sin facturar. En la época del macrismo, cuando hubo una amplia importación de luminarias, nos ajustamos. Hoy estamos parecidos a los niveles de personal de ese momento, pero si seguimos dos meses más así, podemos superar esa línea.
Fuente: PÁGINA 12, por Luca Fernández