Tecnología accesible: Satélites low cost

Un argentino desarrolla nanosatélites. Bajo costo y aplicación productiva.

 

María del Pilar Ayuso – BAE. La innovación tecnológica suele estar asociada a la idea de altos precios de lanzamiento al mercado y, por lo tanto, suele ser exclusivo para aquellas pocas personas y empresas que tienen la posibilidad de acceder a ellos. Sin embargo, hay iniciativas rompen eses paradigma. Una de ellas es la de Emiliano Kargieman, el fundador y CEO de Satellogic, que se alió con Microsoft para crear una constelación de más de 300 nanosatélites para el 2020. Pero lo más interesante del caso es ver cómo se relaciona el proyecto de este emprendedor argentino con un acceso más simple y económico a las últimas tecnologías.

Lo que Kargieman planea es “democratizar” el mundo a través de la tecnología. Según indicó, inició la empresa a partir de “la frustración de ver que muchos de los problemas que nuestra generación debía estar atacando no eran los que realmente eran atacados”. Kargieman explicó que pocos se dedicaban a los problemas de fondo que debían resolver, como pensar el modo de alimentar a 10.000 millones de personas, o cómo dar energía a esa gente para que vivan mejor. Para él, la mejor solución fueron los nanosatélites, que “logran capturar lo que pasa en cada minuto en cada metro cuadrado de la Tierra”, y pueden derivar en soluciones eficientes.

Un nanosatélite podría definirse como la versión “low cost” de un satélite artificial. Pero, a pesar de que su costo logre bajar potencialmente -de cientos de millones a cientos de miles de dólares-, sus beneficios y cualidades son múltiples. Estos satélites pesan en promedio 35 kilos, cuando sus versiones mayores pueden superar fácilmente una tonelada, mientras que su volumen no suele ser más grande que el de un frigobar.

La vida útil de un nanosatélite suele estar cerca de los 3 años, cinco veces menos que la de los satélites de mayor tamaño. Sin embargo, a pesar de que duran menos no generan chatarra espacial, ya que al ser tan pequeños se desintegran antes de llegar a la Tierra.

Aunque estos nanosatélites no sirven para cumplir funciones de comunicación, son muy efectivos para la observación. Dentro de estos pequeños aparatos se instalan dos tipos de cámaras: una multiespectral, que logra captar objetos que se encuentren en la Tierra y cuyo tamaño sea de un metro o mayor; y una hiperespectral, que permite recolectar datos sobre la composición de los materiales sobre un cierto perímetro.

Una desventaja, que está relacionada con su bajo costo, es que los nanosatélites solamente pueden ser lanzados y puestos en órbita junto con un satélite mayor, por lo que los tiempos ya no dependen de la empresa. Kargieman explica que en este momento hay dos esperando en una base china, y no podrán ser enviados al espacio hasta que otra empresa o gobierno decida realizar un lanzamiento.

Hay varios sectores, tanto públicos como privados, que pueden ser beneficiados con el uso de estas herramientas. En su afán por “democratizar” el mundo, Kargieman ya encontró soluciones para pequeñas empresas, que gracias a los nanosatélites van a poder conocer cuándo y cuánto producen las grandes multinacionales. Por ejemplo, una pyme que produce automóviles va a poder saber cuántos vehículos tiene en su planta una gran empresa. Esta solución también puede aplicarse para “democratizar” la agricultura. Pequeños productores locales van a poder contratar los servicios, por un valor de entre 3 y 5 dólares al año, para saber el estado del suelo en el instante. Esto les va a permitir ser más eficientes a la hora de aplicar fertilizantes a la tierra, ya que quizás no es necesario hacerlo en todo el campo.

Satellogic realizó una prueba piloto en la India, en donde, a través de un mensaje de texto, los agricultores eran informados sobre el mejor momento para cultivar en base a los tiempos de los grandes competidores y el estado de la tierra.

“Desde el punto de vista regulatorio, no hay ninguna barrera con respecto a lo que nosotros hacemos, nada nos prohíbe tomar imágenes desde el espacio”, es lo que afirma Kargieman sobre la seguridad y la posibilidad de ver todo en todo momento. Sin embargo, hace hincapié en su compromiso de ser buenos ciudadanos y la política de “know your costumer”, conocer a sus clientes. Además, la empresa tiene un sistema de análisis de datos que prohíbe utilizar la información para usos bélicos.

“Es parte de la democratización; las grandes empresas ya utilizan esta inteligencia económica, ahora cualquiera va a poder acceder”. Al ser consultado acerca de la posibilidad de que los nanosatélites sean víctimas de un ciberataque, el CEO de la empresa y con un pasado que lo condena para bien en el área, sostiene que “todo es hackeable”, y que aunque ellos invierten mucho en intentar protegerse, si un adversario invierte más que ellos, eventualmente es posible que logren entrar en el sistema.

Para saber si los nanosatélites lograrán ser el cambio para un nuevo paradigma habrá que esperar hasta 2020 y ver si se avanza con el sueño de “democratizar” el mundo.

“La mejor forma de predecir el futuro es inventarlo”
Argentino y precoz programador, Emiliano Kargieman fue contratado a los 17 años por la AFIP para investigar la seguridad de los sistemas. En 1996 y antes de llegar a los 20, ya había fundado Core Security Technologies, la primera empresa de seguridad informática que logró automatizar un proceso que se creía imposible: crear el primer software automatizado de test de penetración. Fue tal el grado de excelencia que Emiliano logró ganarse la confianza de clientes como Apple, Cisco, Homeland Security, NSA, NASA, Lockheed Martin y DARPA. En 2010 fundó Satellogic, la herramienta en la que él confía, le permitirá en algún momento “democratizar” la tecnología para resolver los grandes problemas de fondo del planeta. Especialistas afirman que Satellogic puede ser el próximo unicornio argentino. El término hace referencia a todas aquellas empresa tecnológicas que logran alcanzar un valor de u$s1.000 millones. Al ser preguntado sobre el tema, Kargieman afirma que no le “desvela para nada la métrica de la valuación de la compañía”, aunque sostiene que todos deben estar orgullosos de las empresas argentinas que lograron serlo.

De Argentina al espacio
No sólo la empresa es nacional sino que Satellogic decide poner el orgullo argentino en órbita. Los satélites tienen nombres muy particulares: el primero fue Capitán Beto, en homenaje al fallecido ícono del rock nacional Luis Alberto Spinetta. Siguiendo la línea de estrellas del espectáculo, Satellogic y el ITBA lanzaron a Tita, en reconocimiento a Tital Merello. También desde el cielo nos vigila Manolito, remitiendo al famoso personaje de Mafalda. En el espacio también están Fresco y Batata, que forman parte de una constelación comercial y cuyos nombres fueron puesto en honor al típico postre. Para aquellos que prefieren las comidas saladas, este año Satellogic sumo a la constelación a Milanesat, nombre elegido tras una votación pública.

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